domingo, 25 de noviembre de 2012

Análisis de la novela Batallas en el Desierto de Jose Emilio Pacheco


Análisis literario

Tipo de narrador: el narrador es el mismo personaje principal de la historia, pues es quien nos relata lo vivido dentro de su infancia, es quien nos dice desde su punto de vista el problema dentro de la historia a la cual fue sometido, se puede identificar por que habla en tercera persona con los demás y relata la historia en primera persona.  

Contexto de la historia

Social: cuando la historia nos relata la sociedad en la que Carlos vivía nos describe un mundo lleno de prohibiciones, una sociedad cerrada llena de paradigmas donde la pubertad es juzgada por los adultos, donde los padres eran los que estaban al frente de las familias y se veía mal a una madre soltera.

Económica: económicamente la época en la cual se lleva a cabo la historia no es muy distinta a la que tenemos en la actualidad, pues de hecho se puede decir que los ricos siempre siguen siendo los dominantes y los mexicanos siempre prefieren las cosas extranjeras a las hechas en casa más que nada por la innovación.

Personal: Carlitos es un personaje que se desarrolla como la inocencia dentro de una sociedad cambiante, una sociedad que comienza a enfrentarse al mundo de la globalización y que llega a México junto con las migraciones de extranjeros al país, luego de la segunda guerra mundial. Carlitos representa el amor inocente desde una perspectiva hostil y desoladora. 

Intención comunicativa: para mí la intención comunicativa se basa en la aceptación  que debe tener Carlos para darse cuenta de que está experimentando cambios en su vida, estos cambios deben ser aceptados no solo por el sino también por sus padres y por la sociedad tan juzgadora.

El protagonista: en esta obra es muy fácil identificar al protagonista pues es el mismo quien cuenta la historia es decir Carlos, pues es a él a quien le surgen los problemas y debe afrontarlos, se puede saber que es el personaje principal pues sin él la historia no tiene sentido no se le entendería.

El antagónico: es una situación la que el protagonista tiene cuando todos mal interpretan sus sentimientos hacia Mariana y por ello empieza su problema, esa situación es la antagónica pues no pudo haber un personaje dentro del texto que haga esta función pues todos eran hasta cierto punto neutrales.

Estructura dramática

Introducción: en la introducción del cuento nos habla de cómo era Carlos como era su vida y la sociedad en que él vivía, nos mete un poco a la época en la cual se desarrolla toda la historia es por eso que el autor nos dice las cosas que estaban de moda, los juegos de escuela y referencias históricas para tener un contexto más claro.

Desarrollo: el desarrollo trata básicamente del inicio del problema cuando empieza a enamorarse de la mamá de su amigo es una breve introducción sobre el clímax en la cual se dan indicios del problema y sin esta parte la historia sería muy pesada tanto como para escribir como leer.

Clímax: el clímax trata de todo lo que el protagonista tuvo que pasar para resolver las pruebas durante todo el relato, es la parte más emocionante; en batalla en el desierto el clímax inicia cuando le declara su amor a Mariana y se desatan una serie de eventos todos pensando que Carlos había sido impuro,  aquí se ve todo lo que tuvo que pasar el protagonista para llegar a un desenlace.

Desenlace: la conclusión es la parte final, y es donde se resuelve el problema que tuvo el protagonista en batallas en el desierto su final fue un final un tanto inesperado e inconcluso pues deja con muchas preguntas, no se sabe lo que en verdad sucedió con Mariana si en verdad murió y si así fue la abrían matado o se quito la vida como Gonzales lo decía, este cuento te deja con un final lleno de misterio y de incógnitas.

Por: Hugo Savi Aguilar Hernández

El suspirar de Artemisa


Cuento
“El suspirar de Artemisa”

PARTE 1

Jamás había podido ver el amor de esta forma, nunca había podido expresar el amor, porque no lo había llegado a sentir, hasta ahora. Realmente es difícil poder explicar estos sentimientos infantiles que provocan en tu mente una y mil fantasías. Cada día de mi vida me había preguntado si algún día llegaría a mi aquella sensación. Aquella curiosidad se había convertido a lo largo de los años en un anhelo al que estaba resignada a nunca poder experimentar.
Desde el momento en el que intentaba llevarme bien con todos mis compañeros una parte de mi corazón ya se había dado por vencida, sin embargo una parte de mi sabia que debía seguir siendo fuerte a pesar de los comentarios que de mi hacían. Cada día que trataba de ser yo misma las personas que se encontraban a mi alrededor se alejaban mas y mas de mi, no sabia la forma de responder a esto y mi única forma en la que me podía sentirme útil era haciendo mil y un cosas para los demás, aunque estos, ciertamente, abusaran de mi.
No recuerdo cual fue el punto preciso de mi vida en el que aquella ilusión de niña se hizo por fin realidad. Había esperado toda mi vida para sentir aquel gozo, aquella emoción que me hiciera dibujar una sonrisa en este frio rostro que muchas veces solo fingía sentirse a gusto con los demás. No se muy bien que año era, pero por mi cuerpo el tiempo había dejado huellas de más de dos décadas. Mi cabello todavía se mantenía a salvo de las múltiples modas que las jóvenes de mi edad solían seguir. Mi cuerpo no era nada extraordinario, no llegaba a ser ni muy delgada ni muy gorda. Mi estatura decepcionaba a cualquiera, para mis 27 años el 1.60m era lo máximo que había podido alcanzar y aquellos endebles tobillos que tenia no me permitían soportar por más de medio día un par de zapatillas de un tacón decente. Ni mis gustos ni mis modos habían sido los más correctos para ser aceptada, pero como ya mencione antes, aún cuando seguía luchando, una parte de mi corazón ya se había dado por vencida.
Ni mi vestido floreado de los domingos me hacían alcanzar la imagen de Marilyn Monroe reflejada en las grandes carteleras de los cines, ni mis pantalones cortos que había obtenido de un mercado de New York me hacían ser tan deseada como lo fuera Grace Kelly o un Chevrolet Covertte 1953. Jamás había superado las expectativas de los demás ni mucho menos las mías.
Había decidido llevar una vida tranquila y resuelta. Me había resignado a aceptar únicamente el reconocimiento de los demás sin necesidad de ser o sentir algo extraordinariamente fuera de lo común. Era consiente del daño que a diario le ocasionaba a mi corazón el hacerme una nueva esperanza todos los días sabiendo que nunca llegaría a mi aquella sensación que de niña me había hecho poder soñar.
En este punto de mi vida, los recuerdos vuelven a mi con la intensidad de tremendas ráfagas de aire…sentimientos de una vida que por muchos años pensé que llevaría por siempre. Recuerdo muy claro que una vez, mi padre me dijo que la buena música era únicamente la que mi familia escuchara, con la que había crecido, que me olvidara de aquello de escuchar música “negra” y me dedicara únicamente a representar bien mi papel de mujer.
Me había tocado ser la cuarta de cinco hijos. Mi madre y mi padre nunca habían llegado a amarse, pero nos habían criado de la forma que ellos creían la más correcta. A lo largo de toda nuestra vida habían estado pendientes de cada uno de los asuntos de nuestra vida, siempre procurando que no nos metiéramos en líos. Mis hermanos habían cruzado la escuela primaria y secundaria con buenas notas, sin embargo yo notaba cual era la verdadera conducta que ellos tomaban cuando mis padres estaban ausentes. Sí, mis padres nos habían enseñado como seguir por aquel camino que se encontraba exactamente trazado, por aquel camino en el que la oscuridad y la maldad nunca se aparecerían, por aquel camino en el que una sonrisa bastaría para solucionar todos los conflictos del mundo, por aquel camino en el que una mujer tendría que comportarse como mujer y un hombre ser como un hombre, por aquel camino en el que solo tendría que ser yo misma para ser aceptada. Pero mis padres nunca pensaron que aquel camino que habían trazado para cada uno, me provocaría más problemas.
Saber que es realmente el amor me deprime, porque ahora puedo entender que la mayor parte de mi vida la pase con la ausencia de esta. Como quisiera poder haber conocido antes este sentimiento pero me es sumamente inexplicable como es que ahora siento y vivo.
La ultima vez que tuve este sentimiento fue cuando iba en la escuela secundaria. Había conocido a un chico como yo y creía haber conocido por primera vez el amor. Estaba dándole todo, mi admiración hacia el era muy grande, cada palabra y acción que hacia me conmoverme y me hacia sentir especial pero muy dentro de mi, sabia que hacia falta algo, que aquel sentimiento que experimentaba no era amor. Luego de haber estado cerca de el por mas de tres años no había podido llegar amor, y es ahora que comprendo que mi vida estaba destinada a ese cruel destino sino llegaba a saber que era amarme a mi misma. Había leído muchas novelas en donde la protagonista solo  podía conocer el amor cuando al fin conociera a un hermoso mozuelo lleno de riquezas y virtudes, aquel hombre que las salvaría de la rutina diaria y mostraría el verdadero amor y había sido de esta forma como los libros me demostraban el amor.
Como saber que es el amor verdadero si tu propia familia jamás supo expresártelo, como sentir amor hacia los demás, si nunca sintieron eso por ti, como amar al amor si no sabes lo que es?. Desde mi infancia percibí aquella falla en mi familia, mis padres nunca se amaron, mis hermanos me demostraron respeto, pero jamás amor, en mi familia nunca se hablaba del amor y cuando mis compañeros de clase solían hablar de amor nunca podía comprender que era realmente lo que quería decir la palabra amor.

PARTE 2

Todo fue tan rápido, no comprendía que era lo que comenzaba a sentir y porque mi cara se sentía mas joven. La primera señal me la dio un viejo espejo en la casa de mi abuela, una navidad de 1954. Habían pasado más de veinte navidades en la casa de mi abuela y aquel espejo no había sido nada más que un objeto viejo que mi abuela había conseguido de una amiga Rusa, quien la había incluido en su testamento legándole aquel viejo espejo. El espejo era igual que yo; no tenia nada de especial. Aquel aspecto oxidado y manchado era lo que más me desagradaba de aquel espejo y tal vez esa fuera la razón por la que no le había prestado atención en tanto tiempo. Recuerdo que antes de aquel momento, mi abuela siempre nos contaba a mis hermanos y a mí la importancia que ese espejo tenía para ella. Le había pertenecido a aquella misteriosa mujer rusa de la que mi abuela siempre se negaba a hablar. No había fotos de ella, ni los más mínimos indicios de que alguna vez hubiesen sido amigas o familiares, de todos modos jamás dedique el tiempo necesario para investigar sobre esto, pues únicamente visitaba a mi abuela en las vacaciones de invierno y luego de eso, mi vida regresaba a esa tranquila normalidad. De niños, mis hermanos y yo sentíamos emoción cuando en invierno visitábamos a la abuela en su casa de Boston. Sabíamos que era la oportunidad perfecta de salir un poco de nuestra horrible rutina, aunque la abuela no se alejara tanto del trato que nuestros padres nos daban. Al llegar a aquella casa, un olor a cedro inundaba mi nariz y sabia reconocer aquella atmosfera cálida que una decente viejecita debía ofrecer a sus hijos y nietos.
La casa estaba dividida por un pasillo por el cual se entraba a la casa. Al final de este se encontraba aquel enorme espejo de estilo renacentista, que ocupaba toda la pared y que se encontraba ligeramente inclinado para que tuvieras que acercarte a el para poder verte completamente reflejado. Realmente nadie nunca le hizo caso al hecho de que un espejo así de grande estuviera colocado de frente a la entrada de la casa, por eso no había notado lo omnisciente que podía ser.
Hacía más de tres horas que la cena de navidad había terminado y mis padres y mi abuela mantenían una plática conservadora sobre la juventud de aquellos años. La casa de mi abuela era una casa enorme, disfrutaba de estar ahí pero desde que había alcanzado los veintisiete años mi vida parecía estar estancada. Me había estancado en un punto de mi vida en el que se suponía que debería estar casada, tener por lo menos un hijo, vestirme como una “dama” y gastar mi tiempo de las tardes con mis amigas tomando cafés y charlando de las innovaciones del mundo para nuestros hijos…pero no, habían pasado más de veinte años y no había ni siquiera podido entablar una amistad verdadera con alguno de mis compañeros. Durante mi primaria había luchado por ser aceptada por mis demás compañeros, pero mi forma ni mi estado de animo me ayudaban a conseguir mi objetivo, en la secundaria los compañeros ya no me ignoraban pero ahora me agredían, en la preparatoria y la universidad habían dejado de criticarme para olvidarme por completo, pero me había propuesto ser aceptada al fin, ser respetada y apreciada por la ayuda que pudiera brindar, así que lo único que logre durante la preparatoria, fue entablar una relación de compañerismo con un chico llamado Ariel. Nos habíamos encontrado en el laboratorio de la escuela, limpiando los instrumentos para las practicas del día siguiente, yo me encontraba ahí porque nadie había querido hacer el trabajo y en un afán de agradar a los demás, yo lo había aceptado, y él estaba ahí tratando de hacer lo mismo, pero de una manera distinta. Había aceptado el reto de romper todos los instrumentos del laboratorio y echarme la culpa. En el momento en el que entro, vi en sus ojos la firme intensión de cumplir su meta pero para mi, que la vida me había ofendido de la forma mas baja lo que me hiciera me favorecería en cualquier momento. Estaba frente a mi y no se atrevía a mirarme a lo ojos, tenia en las manos un matraz que había acabado de limpiar, la verdad no esperaba que no cumpliera su reto, pero para mi sorpresa colocó el matraz en el lugar donde lo había dejado. Desde aquel momento, Ariel se volvió en la primera persona que habría de mostrarme que podía inspirar un poco de respeto. Pero Ariel había quedado atrás y en aquel presente se encontraba un trabajo mediocre, una vida monótona y un espejo que me gritaba a los cuatro vientos que toda mi vida había estado sin conocer el amor.

PARTE 3

Luego de terminada la cena de Navidad, mis padres seguían charlando con mi abuela sobre su antigua forma de pensar, mis hermanos se habían retirado de la mesa y sentados junto a sus maridos y esposas en la salita junto a la chimenea, fumaban y reían. No comprendía como era posible que sintieran felicidad, yo siempre había pensado que aquellos matrimonios que nuestros padres habían arreglado no traerían nada bueno para la familia, pero es muy cierto que existen otras sensaciones que embragan al alma y la vuelven incapaz de identificar el verdadero amor.
Recuerdo que aquella noche mi hermana menor era la única que se había quedado en el comedor a escuchar aquella plática aburrida que año con año repetían. Me había estado preguntando como seria aquella noche si mis padres alguna vez se hubieran amado, si nos hubieran demostrado amor o si mi abuela me hubiera amado o incluso mis hermanos. Primero había caminado hacia donde se encontraban mis hermanos, pero pronto sentí ganas de estar sola. De pronto estaba enfrente de aquel espejo inmenso y omnisciente que me mostraba lo insignificante que era frente a él.
Mi corazón sentía una enorme tristeza por aquella figura que veía ante mi, quería abrasarla y decirle que no estaba sola, que no era necesario amar a alguien mas para descubrir que era el amor, que había vivido todo este tiempo engañada, que aquella aceptación que buscaba no era necesaria si tanto daño le causaba. Deseaba aliviar sus penas, decirle que podía llorar todo lo que quisiera, que podía estar triste si ella lo deseaba y yo estaría allí para consolarla, que no necesitaba de nadie mas que yo, deseaba decirle lo mucho que me inspiraba ternura y compasión, de verdad quería decírselo, quería que por primera vez comprendiera lo que el amor es.  Y allí estaba yo, llorando frente a un espejo viejo y manchado, tratando de comprender que era lo que tenia reflejado ante mi, tratando de entender que había sido de aquella inocente figura, tratando de entender porque había luchado tanto tiempo, por lo que yo había luchado, esforzándome por comprender quien era yo.
Todo paso tan rápido, aquel espejo que había sido el legado de aquella mujer rusa y que era atesorado por mi abuela, me había dado la primera señal que había necesitado por tanto tiempo. No se como ocurrió, peo de pronto sentí el mundo venirse encima mío, aquella figura que estaba en el espejo rápidamente se acercaba a mi en mil pedazos y yo, con los brazos extendidos esperaba poder brindarle todo aquello que en el mundo no había podido descubrir. Uno a uno los pedazos fueron clavándose en el piso y solo algunos se incrustaron en mi cuerpo. En ningún momento había cerrado los ojos porque quería sentir algo que en mi vida había experimentado; gozo.

PARTE 4

Luego de aquella noche mi madre me había curado las heridas sin decir una sola palabra y mi abuela que la asistía únicamente me veía con compasión. Mi abuela siempre había sido un enigma y aquella noche se había transformado en una persona a quien no conocía.
Luego de Navidad regrese a mi casa, sola. Sabia que las cosas habían empezado a cambiar, peor mi razón me decía que no era bueno hacerse falsas esperanzas porque luego me dolería mas. Tenia todo bien calculado como siempre, tenia una excusa para mi jefe y otra para mis compañeros, pero no sabia porque desde aquella noche ningún espejo como aquel me habían mostrado a aquella persona que viera en el espejo de mi abuela.
El frio era insoportable por las mañanas. Cada día era un pesar enorme levantarse para ir a trabajar, especialmente por aquellas fechas. Pronto llegue a las oficinas donde trabajaba y note algo especial en mí. Como buena costumbre, diario respondía a los saludos matinales, pero aquella vez lo hacia con una sonrisa. Dentro de mí sentía algo que jamás me hubiese podido explicar, de alguna forma mi alma se sentía mas tranquila, como si aquel peso lo hubiesen quitado de encima, habían pasado veintisiete años y por fin me sentía libre de actuar a mi manera. El amor que mi corazón había deseado sentir por tanto tiempo al fin se estaba dando, no era amor hacia alguien mas, ni por mis padres, ni mis hermanos ni mi abuela, era hacia aquella pequeña figura que había visto en esa Navidad.
Sentada en mi cubículo parecía poder ser capaz de apreciar todo lo bueno de todo lo que me rodeara. Sabía que mi corazón estaba seguro y que no eran sentimientos de amor hacia alguien mas los que me hacían comprender que era realmente el amor, eran hacia mi misma. Rápidamente corrí hacia el baño de mujeres para poder ver mi reflejo, pero no estaba ahí. Solo veía una figura borrosa, una silueta indefinida frente al espejo. Parecía que comenzaba a estar enferma, así que abrí la llave del grifo y me moje la cara para poder refrescar mi cara. La cerré y espere a ver si otra mujer venia para comprobar aquel fenómeno. Al fin entro una mujer al baño de mujeres y no sabia porque, pero de ella si podía ver su reflejo en el espejo, entonces gire la cabeza y seguía sin ver mi reflejo.
No entendía porque cuando creía que por fin conocería el amor me era arrebatada la imagen de la que había quedado prendida. Aquella figura que el espejo de mi abuela me mostrara antes de hacerse pedazos ahora era imposible de ver y no entendía porque.
Mi corazón latía muy fuerte y las mujeres que poco a poco llegaban al baño a revisarse el maquillaje de la mañana se daban cuenta de mi pesar. Tal vez nunca se habían percatado de mi presencia pero aquella vez podía sentir en sus miradas lo mismo que yo había sentido por esa imagen de esa pequeña mujer.
-Tranquila Artemisa- decían. –tranquila nada pasa…cálmate todo va a estar bien- dijo una de ellas.
“Sabe mi nombre”, fue lo que pensé. Entonces voltee la cabeza y sus ojos negros que me querían mirar se clavaron en los míos. No sabia porque, pero sentía que aquella mujer que no había visto nunca, me decía con toda la sinceridad que de verdad estaba preocupada por mi.
- Estoy bien- le dije y ella me soltó la mano. Me miro con cara de profunda decepción y me dijo: - crees no entender porque no te puedes ver en el espejo, pero en realidad sabes porque-.

PARTE 5

Aquel encuentro me había dejado más que trastornada. No sabía porque no podía ver mi reflejo y aquello que esa mujer me había dicho me obligaba a pensar en muchas cosas que había pasado desapercibidas durante toda mi vida.
Aquel día la cabeza me dolía horriblemente y por primera vez en mi trabajo había pedido a mi jefe el resto del día para descansar. Como siempre, me pregunto mi nombre y accedió a mi permiso.
Nadie en mi trabajo conocía mi nombre y aquella mujer lo había pronunciado sin ninguna duda. No quería saber quien era aquella mujer pero de algo estaba segura…mi vida comenzaba a cambiar de ahora en adelante…porque al fin había conocido el amor en su esencia mas pura...había comprendido que para poder amar a alguien mas es necesario amarse a uno mismo y sobre todo eso…amar al amor.

Por: Elia Florencia Hernández Reyes

Siempre unidos


Cuento
Siempre Unidos

La clase de matemáticas para Sandra era siempre así, hacer los ejercicios sin mucho interés, desde hacia un tiempo para acá, ella permanecía sentada en su lugar hablando con sus compañeros de junto, había agarrado la costumbre de hacer los ejercicios en su casa. Tan aburrida como siempre, pero con un toque de ganas, agarró su lapicera, puso los libros en la butaca y se dispuso a resolver algunas ecuaciones, cuando abrió esa bolsa roja y vio dentro para ubicar algún lápiz, vio un papel. Estaba  cuidadosamente doblado y metido de la misma manera, le pareció extraño, al instante supo que alguien le había dejado algo, cuando lo sacó y desdoblo, su estomago pareció revolverse, era un oso dibujado a lápiz, debió de haberle gustado mucho porque eso la hizo sonreír de más, entonces vio que tenía un mensaje, era un pedazo de canción de amor, lo interesante es que nadie se lo había dado personalmente y en el dibujo no decía quien lo mandaba, decía el nombre de Sandra y un signo de interrogación, varios a su alrededor lo notaron y preguntaron de quien era, pero Sandra no sabia y al parecer  nadie había visto a alguien introducir ese papel en la lapicera roja. Sandra no tenia novio y ella había referido varias veces que no quería estar con nadie, que nadie le gustaba y era verdad, ella se mostraba indiferente a todos los hombre con los que convivía, no daba más de lo que recibía, simple amistad, ella se llevaba con muchos niños, especialmente del equipo de futbol. Entre ellos estaban Carlos, Jairo, José, Hugo, Daniel, Abraham, Javier, Onasis, Fernando, Ricardo, y muchos más. Hacia un tiempo que Jorge le había declarado a Sandra su amor, eso ya tenía un buen rato. Jorge se llevaba especialmente con Ricardo que vivía cerca de su casa y con Daniel que tenía cierto tipo de jugadas que hacían que hiciera con Jorge un buen equipo, ellos eran sus amigos más cercanos y ellos sabían cuanto quería a Sandra, estuvo insistiendo mucho tiempo para estar con ella, sin embargo la situación no se dio tan fácil como podría pensarse, aun así no se rindió, Jorge se había salido de la escuela un semestre antes, pero mantenía comunicación con sus amigos y especialmente con Sandra, porque a veces platicaban por internet ya que no la podía ver, él con todo el cariño y el ingenio que podía tener, le enviaba cosas a Sandra, dibujos, cartas, rosas, peluches, etc. Estos eran entregados a su enamorada por medio de Ricardo, ella los recibía, y daba las gracias permanecía viendo esos detalles por un buen momento y los enseñaba a quien se lo pedía, después los guardaba.
Jorge por su parte fuera de la escuela entrenaba futbol y pensaba en Sandra hablaba con sus amigos, salía normalmente con Ricardo, a veces invitaban a los demás y cosas así, la pasaban bien. Entrenaba a menudo con Daniel, decía que era su mejor amigo en la escuela, Jorge y Daniel se referían el uno al otro como hermanos, decían que nadie en la cancha los entendía mejor y que podían hacer grandes partidos estando los dos adentro. La verdad jugaban muy bien y estaban muy metidos en su deporte, Jorge también salía con su familia pero siempre pensando en dos cosas importantes para él, el futbol y por su puesto Sandra. Tenía ganas de regresar a la escuela, incluso él le había contado a Sandra y a sus amigos que estaba echándole muchas ganas a su nueva escuela para poder renovar su beca en la escuela anterior y así poder estar con todos como él quería. El tenía las dificultades normales de un niño de su edad, cabe decir que todos estaban en un promedio de entre 15 y 17 años, pero a pesar de todo era siempre positivo, siempre tenía buena cara para todo, no era el muchacho más simpático del mundo pero tenía una personalidad que lo hacía especial, era buena persona y siempre parecía estar sin intenciones de molestar a nadie, trataba de evitarse problemas y no incomodar a nadie, varias personas lo apreciaban por eso.
Daniel, era un muchacho alto, piel con un tono bronceado, era delgado, fuerte, tenía mucha condición, era un gran deportista no sobresalía a primera intención con sus amigos  pero tenía unos ojos color cafés, con unas pestañas más largas que las de cualquiera de sus amigas y para arriba como  nadie. Varias niñas en la escuela se referían a él como un niño guapo, causaba mucha sensación entre todas, tal vez sus ojos eran la causa de esa atracción que las niñas sentían  hacia él. Tenía muchos amigos, salía de viaje muy seguido por cosas de su deporte pero aun así trataba de mantenerse a raya con sus actividades de su escuela, era un niño muy amable y era muy tranquilo, era respetuoso y siempre se le veía alegre excepto esas veces que se enojaba por cosas del futbol que era más seguido, pero eso solo en la cancha, nunca trataba mal a nadie y era un relajo bueno, era más alivianado y tenía cierta chispa que lo hacía interesante.
Un día que Sandra no tenía paraescolar estaba con  Caro una de sus mas allegadas amigas, se acercó Hugo, Daniel y Jairo y las invitaron a comer unas hamburguesas, se les había ocurrido de último momento pero todos pudieron avisar en sus casas y decidieron irse. Hugo llevaba carro, y así es como todos subieron en él y fueron a comer, pasaron largo rato platicando y echando relajo, todos la pasaron muy bien, fue una tarde lluviosa y entretenida, estuvieron juntos casi hasta caer la noche, de ahí Hugo fue a dejar a sus amigos a sus casas, como estas tardes hubo muchas. Todas las tardes al salir de clases se reunían e platicar y comer en la cafetería de la escuela, entre todos armaban un escenario de diversión y relajamiento que los hacía permanecer ahí un buen rato hasta que llegaba la hora de irse a sus casas y al otro día continuar haciendo lo mismo.
Así fueron pasando los días, pero extrañamente una noche cualquiera, Daniel tubo un sueño, fue del todo ordinario, donde estaba con Jairo y con Sandra en el auditorio de la escuela, todo normal, pero le extrañó que Sandra hubiera estado en el, era su amiga pero aun así pensó que era raro, desechó la idea de su mente lo más  rápido que pudo, al otro día llegó a la escuela normal como siempre, así transcurrió el tiempo y cada día que pasaba el veía a Sandra de otra forma, empezó a sentir cosas por ella, pero lo pensó bien y cayó en que Sandra no tenía novio pero aun así Jorge había estado pretendiéndola desde hacía mucho tiempo, aparte era su amiga, llegó a la conclusión de que eso que sentía era una atracción pasajera, pero mientras más pasaba el tiempo él se dio cuenta d que todo el tiempo pensaba en ella, entonces supo que le gustaba, él se lo dijo en secreto a Fernando, uno de sus amigos, este iba en el salón de Sandra y por cierto, eran primos, entonces le dijo que le daba gusto que él y su prima pudieran tener algo que ver y le dio ánimos para que él le dijera a ella.
Ya habían pasado varios meses después de la primera carta, Sandra ya había recibido más, con mensajes similares de amor y cosas así todos sin remitente, entre esas cartas, varios amigos de Sandra le habían dicho que ella también le enviara una a su amor secreto, ella le escribió diciéndole que le daba las gracias por los detalles pero que aunque ella se enterara de quien era el que las mandaba, no iba a cambiar nada de lo que sentía y lo que sentía era que no quería a nadie como para tener una relación, esta carta llegó al enamorado.
Estaba Daniel sentado en su banca cuando llegó Nallely y le entregó la carta que Sandra había escrito, cuando él la leyó su actitud no fue de tristeza ni mucho menos, lo que pasó por su mente fue que Jorge por más amigo suyo que fuera ya no estaba en la escuela y que aunque en ese momento Sandra no quisiera un novio, lo iba a hacer, se llenó de ganas y con más entusiasmo empezó a querer a Sandra,  esa carta le había dado ánimos, hacia la situación más interesante para él. Empezó a decirle a varias personas que quien le gustaba era Sandra, el chisme se corrió Rápido y a ella le llegaron rumores, pero cuando se veían actuaban de manera tan normal, como dos amigos ordinarios, pero ya había cambiado algo, por dentro tenían ya un sentimiento especial.
Daniel se decidió confesarle esto a Sandra, le hizo un último dibujo pero esta vez se lo dio de frente y le confesó que ella le gustaba muchísimo y que había pensado dejarlo parar pero no había podido y que ahora estaba dispuesto a demostrarle cuanto la quería.
Con anterioridad  él había hablado con Jorge para decirle que sentía algo por Sandra, este reaccionó de buena manera dijo que era algo que él no podía controlar pero que aun así le dolía mucho que siendo amigos hubiera ocurrido esto, los dos estaban muy dolidos pero aun así no querían cesar ante el otro, decidieron salir los tres para aclarar todo ese asunto que era muy pesado y abrumador, solo iban en plan de amigos pero obviamente la situación ya había cambiado por completo, decidieron  ir al parque, se encontraron como a las 11 de la mañana, estuvieron platicando, llego la tarde y fueron a comer, cuando llego la hora de irse, empezaron a caminar por unas calles empezó a llover entonces la gente empezó a meterse a locales pero ellos tenían prisa porque los padres de Sandra la estaban esperando en otro lugar, los dos insistieron el acompañarla pero ella dijo que estaba lloviendo que no era necesario que se molestaran,  entonces Jorge le dijo que él la llevaba, pero Daniel quiso hacer lo mismo, ninguno de los dos quería que se fuera sola con el otro, y ella insistió en que no era necesario que podía caminar sola, entonces los dos prefirieron mil veces que caminara esas cuadras sola a que el otro la acompañara, ya que ella no quería que los dos fueran con ella, entonces la dejaron ahí y los dos agarraron para diferentes lados.
Al otro día mientras Daniel estaba con sus amigos en la escuela, noto que Sandra no había llegado, dos horas más tarde lo sacaron de su salón y lo juntaron con un grupo de jóvenes, les avisaron que ellos habían referido haberse llevado con Sandra.  Entonces le dijeron lo que nunca hubiera querido escuchar, el cadáver de Sandra se estaba velando en ese momento, y que quien quisiera ir a acompañar a la familia pasara a la dirección por los datos en donde estaba el cuerpo de su compañera para poder despedirse de ella y verla por última vez,  ahí también se encontró con Jorge y Cuando todos estaban enterrándola, nadie tuvo más remedio que apoyarse y decidieron que toda la vida los uniría algo.

Por: Yarime Hernández Robles